Tal vez tenga razón, yo no soy el hombre de hace años atrás.
He cambiado y mucho.
Soy más inseguro,
Soy más desconfiado,
Soy un poco controlador.
Esos son los tres defectos que me echo en cara...
Cómo cambiar eso?
Cómo transformar eso?
Cómo hacer para no repetir ese patrón?
Obviamente, según se dice, la ruptura no es culpa de
solamente uno.
Asumiendo que no existió un tercero en discordia, es decir,
pensando lo mejor del otro.
Es de suponer que la relación para
la otra persona, terminó antes de comunicarlo.
Tal vez… venía aguantando lo que
no soportaba de mi, en pos, de esa fantasía que tenía conmigo, su primer amor.
Tal vez me mintió por dejarse
mentir a ella misma, que yo era su ideal, cuando tal vez, nunca lo fui. Y esa
es una mochila muy pesada de cargar.
Yo nunca iba a ser el hombre del
que se enamoró, ya que se había enamorado de una ficción. De un ser con mi
rostro y lleno de virtudes puestas por ella dentro de él, que no se condicen
con la realidad que soy. Y cuál es esta realidad? Que soy un ser humano, un
hombre, con virtudes, si, pero, también con defectos. Defectos que en su mente
por muchos años yo seguramente, no tenía.
Y al verlos, su ilusión, la cual
trató de mantener hasta el último minuto, en un manotazo de ahogado, se quebró.
Por esto, la ruptura fue repentina,
súbita, intempestiva. Fue como sacarse la venda de los ojos ante la
reincidencia de mis defectos.
Lo lamento, pero no puedo pedir
disculpas por mis defectos, puedo decir que forman parte de mi y que tal vez
pueda manejarlos mejor, pero son parte de mi ser. Del que soy.
Ojalá pudiera ser perfecto para
todos, para mi hijo, mi mama, mi hermana, para Natalia, en su momento, pero no
lo soy. Y nunca seré perfecto, es una limitación humana. Solo puedo tratar de
hacer lo mejor con lo que tengo, y no creo haber hecho tanto mal últimamente a
nadie.
He tenido mis momentos, en los
cuales, recordándolos, preferiría olvidarlos por como actué y me comporté, pero
puedo decir que en el último año he tratado de dar lo mejor de mí. Me ha
salido? A veces si, a veces no.
Pero traté. Traté de recuperar el
tiempo perdido con mi hijo, he estado más en contacto con mi familia. A mis dos
parejas, traté de darles lo mejor que pude de mi. Con la primera no funcionó
pero, fue natural que no funcionara, no éramos compatibles. Con la segunda, no
funcionó porque yo no encajé en su ideal de hombre al cual le había puesto mi
rostro hace 11 años atrás, no hay mucha mayor explicación.
Releo lo escrito y tiene su sentido. Veo con más sentido
todo esto. Soportó la situación lo más que pudo, pero la ilusión, el pedestal
en el cual me había puesto durante estos 11 años que yo no estuve en su vida,
se derrumbó. Puso expectativas en mi que, aunque yo fuera casi perfecto, no
hubiera podido llenar.
Lo sé porque yo he idealizado también, de adolescente a ese
gran amor, el cual tampoco resultó. Nadie encaja en ese amor ideal que uno se
construye, se inventa.
El otro es como es, y hay que aceptarlo por como es. No
ponerlo en ningún lugar más que el de una persona que está o estuvo a nuestro
lado, compartiendo. No viene a completarnos. No existe la media naranja. Somos
completos, el otro solo viene a acompañarnos. No a llenarnos, no a rellenar
ningún vacio. Si hay algún vacío que sintamos dentro nuestro, es nuestro deber
llenarlo nosotros mismos, sin cargar con esa responsabilidad a otros. Somos los
únicos responsables de nosotros. De cómo nos sentimos, de cómo amamos, de cómo
nos dejamos amar.
Hay que comprender de una vez por todas, que los cuentos de
Disney, son sólo eso, cuentos, historias de ficción. No existe la princesa y el
príncipe perfectos nacidos el uno para el otro, que forman una unidad, una
naranja. Somos seres individuales que se unen para ser soporte, acompañarse, y
aceptarse por la realidad del otro, por lo que es.
No podemos, no es humano, cargar al otro con la
responsabilidad de llenarnos. Es un error que condena de muerte cualquier
relación, eso no existe.
Cuanto antes uno entienda esta gran verdad, más fácil será
vivir. No necesitamos a nadie para vivir, pero podemos elegir con quien caminar
este sendero de la vida, de la mano, par a par, y no cargándonos el uno al otro
para llevarlo.
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