La verdad de las palabras parecen querer escapar de mi.
Buscando dentro de mi, esta verdad que debería existir pero, mi mundo, es tan irreal para mi.
Aqui estoy extrañándote, sintiendo tristeza otra vez, parece imposible ser feliz.
La vida es una condena inefable...inevitable.
Cómo poner en palabras todo esto? La soledad de la habitación. El sol cae, se adentra entre montañas, sufriendo su muerte hasta otro amanecer. Para revivir, para repetir lo mismo que hizo hoy, lo mismo que vivió ayer.
Dónde está la belleza en ello?
La luz se acaba, la oscuridad ha vencido otra vez, es agonizar el vivir así.
Dónde está el placer de la vida, si es que acaso, hay un placer en vivir.
La no coincidencia de sentimientos, la indiferencia, la vacuidad de la compañía no parece ser peor que el vacío de la soledad.
El placer de vivir parece no querer revelarse ante mi...y si no existe?
Si todo esto no es más que una ilusión, un majestuoso comercial de lo que debemos comprar, de lo que queremos creer.
Se acabó la magia, nada es para siempre, el placer de lo efímero, de lo que sabemos tiene fin ha logrado hartarme, hastiarme, cansarme.
Para qué empezar lo que sabemos terminará?
Por qué vivir si, al final, sólo esperamos morir?
En el medio, amamos, sufrimos, lloramos, buscamos el sentido al sin sentido.
Y si todo esto fuera en vano. Si reímos, amamos, lloramos, odiamos en vano.
Y si todo esto no significa nada, más que pasar el tiempo sólo para esperar que llegue el momento de nuestro ocaso.
Esperar a que sea nuestro momento, de escondernos tras las montañas para dar lugar a la oscuridad donde otros tomarán nuestro lugar en el próximo amanecer.
Repetir lo mismo, una y otra vez.
Cuál es el sentido del día? Si el ciclo nunca cambiará y el mañana olvidará el ayer.
Amar, odiar, querer, trabajar, llegar a fin de mes, amistades...qué sentido tienen?
El ocaso llegará y lo que hallamos vivido a nadie importará y en el olvido quedará.