9 ago 2015

Hoy me siento fuerte para contarte mi historia...así me entenderás...

La vida a veces nos sorprende. Historias que nos pegan de una forma que tal vez nunca pudimos imaginar. Ilusiones que se juegan el todo por el todo y luego desaparecen.

La vida misma es un misterio, con sus pruebas, sus desafíos, esos que te hacen replantear todo tu ser. Esos que desafían los fundamentos mismos de lo que creías que debía ser y no es. Te presenta una idea que tal vez, nunca pudiste concebir, personas que son lo que nunca creíste que podían ser.

Esta es mi historia, con sus idas y vueltas, con sus pasiones y decepciones. Todavía no sé ni qué es lo que debería contar. No soy un escritor, ni un poeta, solo un hombre común con sus esperanzas rotas y destruidas por lo que pudo ser y no fue. Por lo que creyó ingenuamente y nunca podría ser. Creo que en un punto siempre lo supe, pero nunca me animé a aceptarlo. La vida se encargó de que lo tome, de que lo acepte, de la peor manera. Todavía lo estoy tratando de superar.

Tal vez todo ello me motivó a escribir esto. No sé si será simplemente unas páginas o un mini relato o tal sólo un descargo. La realidad muchas veces escapa a nuestra mente y a nuestro corazón. Las expectativas son un velo con el que vemos la realidad, la que creemos que es la realidad y, generalmente, nunca se condice con lo que estamos mirando.

Una historia de amor, puede convertirse en una tragedia, en una comedia o en una historia…de amor propiamente dicha. No es mi caso, tal vez deba catalogarla de tragicómica. Aunque todavía me falta perspectiva para poder poner un rótulo a estos últimos meses.

Hoy, estoy con valor de escribir, tal vez no pueda hacerlo de nuevo, y quede inconcluso o quizás pueda seguir hasta terminarlo. Pero, conociéndome, tal vez, estimado lector, la historia quede inconclusa y deberás terminarla con tu imaginación. Lo que pido es que no me juzgues, ya lo he hecho duramente yo mismo. Saca tus conclusiones y toma lo que te sirva y descarta lo que esté de más.

Todo comenzó luego de que me separara de mi ex mujer, todavía no me había divorciado. Pero, ya me había comportado como un imbécil. Tenía una historia previa con una persona casada y sin futuro. Hasta que llegó el momento de conocerla. Ella, una extranjera, de un país lejano, una cultura distinta, pero hasta ese momento, no imaginé que tan distinta podía ser. Aún hoy, no comprendo si lo que pasó fue por ese motivo o porque ella tenía una mente un tanto perturbada.

La conocí a través de Internet, y el destino la puso a menos de trescientos metros de mi trabajo. Por lo que lo obvio, que era conocerla, se hizo muy fácil, la vida te pone los desafíos y los problemas cerca cuando es su capricho.

Quedamos en encontrarnos en un bar, cerca de la plaza del barrio donde mi lugar de trabajo estaba.
La vi llegar de lejos, la identifiqué instantáneamente, se notaba que no era de allí. Su belleza, debo admitir, era sin igual. Parecía tan indefensa, tan temerosa…pero sabés que? Las apariencias suelen engañar, nunca supuse la clase demujer que se escondía debajo de ese velo de inocencia. Una personalidad tan compleja como pocas, se encontraba debajo de esa superficie angelical, un demonio esperando por salir, estaba agazapado debajo de ese cabello rubio dorado y esos ojos grises.
Su sonrisa me encandiló y mi alma se perdió. Cedí al primer impulso. Cedí ante su embrujo. La tentación es tan fuerte, era Eva con el fruto prohibido y yo me convertí en Adán.

Comenzó una relación tan particular como pocas. Todo empezó con plena normalidad, salidas, besos, caricias….hasta el momento de hacer el amor. Todo continuó como si fuera un comienzo de un amor común y corriente, con promesas, sueños, esperanzas, lo típico de un amor que recién comienza. Pero, hoy en día con lo que yo sé, no sé si era amor o manipulación. No pude distinguirlo, me hallaba tan ciego, tan absorto que una belleza de mujer semejante se pudiera haber fijado en un hombre tan común y corriente como soy. Hoy, realmente, dudo que yo siquiera le gustara, duele pensarlo, pero tal vez, yo sólo era….conveniente.

Un día todo cambió, las esperanzas de futuro fueron aniquiladas por su decisión, me comunicó que no había futuro, que no planeaba volver a verme cuando se fuera.

Obviamente, quedé destrozado, sentí como mi corazón tronaba y sus pedazos se esparcían por el suelo. Por un par de días, no pude sentir más que dolor y tristeza. Sus razones parecían lógicas en ese momento, extrañar la familia, los amigos. Una vez anulado el dolor de tal declaración, comprendí la lógica de lo planteado y decidí seguir adelante. La extrañaba, quería verla y ella me expresó lo mismo. Le planteé vivir lo que quedaba de lo nuestro con toda la pasión que pudiéramos. A diferencia de las demás parejas, nosotros conocíamos la fecha del final. Por qué no usar eso como algo positivo? Por qué no disfrutarnos sabiendo cuando acabaría nuestro amor?

El corazón me hizo plantear esta locura, pero algo pasó o tal vez lo que siempre pasó se presentó. Su corazón era una roca, se convirtió en un iceberg. Ya no me decía que me amaba, intentaba desviar las conversaciones en cosas banales, en elementos poco importantes, al menos para mi parecer, para mi corazón.

Comenzó a alejarse, y yo, inútilmente, trataba de acercarme aún más. He aprendido que eso es imposible, cuando una persona decide irse, nada ni nadie puede lograr lo contrario, todo depende de esa persona. No podés hacer absolutamente nada. Aprendelo de mi experiencia, de mi historia, te va a ahorrar un desgaste emocional demasiado grande.

Aún así, seguí adelante, a pesar de todos los consejos y sugerencias de las personas que más me quieren, seguí, obstinadamente, adelante, pensando que todo podía cambiar. Pero, hay algo que hoy se y en ese entonces, no lo hacía. Para que algo cambie, la otra persona debe sentir algo, debe querer o considerar al menos la posibilidad de cambiar. Hoy en día, no sé si alguna vez ella sintió algo, si ella alguna vez se creyó todas las palabras y promesas que me había hecho, semanas antes.

Seguí, sin reparos, sin escudos, me entregué completamente. Gran error, fácil de descubrir con el diario del lunes pero, así fue, una gran equivocación.

Llegó el día del viaje de despedida, hasta el último minuto no pensaba acompañarla…pero, algo pasó. Todavía es algo que intriga a mi corazón, pero sobretodo a mi mente. El día anterior a partir a la capital de mi país, me pide verme en el almuerzo, como al comienzo. Mi estúpido corazón no pudo decir no. No pude negarme, ese fue el comienzo de mi gran y terrible equivocación, todo debería haber quedado terminado antes de eso. Nunca dejes de escuchar a tu cabeza, tu corazón tiene razones, pero tu mente tiene la verdad.

Y para mi sorpresa, allí estaba, ella, la que vi el primer día, indefensa , temerosa, con esa sonrisa tímida del primer día, sus ojos grises clavados en los míos, suplicando mi protección. Ella sabe jugar su juego, hoy puedo reconocerlo. Pocas personas han tenido semejante poder sobre mi.

Me convenció de que me amaba, me convenció de que me necesitaba, con sólo un gesto, un estúpido gesto, pero que en ese momento, finalmente, anuló por completo mi mente, mi juicio, que a gritos me pedía escapar de esto. No lo oí, tomando mi mano izquierda con su mano derecha, formó con nuestros pulgares e índices, un corazón, me miró y me sonrió. Llegado a este punto, puedes reírte de mi, socarronamente, yo te lo permito, aunque no necesites mi permiso. Lo hago porque yo me rio, me burlo de mi mismo en este momento. El momento más estúpido y patético de mi vida. Tan desesperado por su amor, tan desesperado por su aceptación, no pude resistirme.

Y, como habrás adivinado, acepté ir…..al menos con una condición que traté de imponer. Digo, “traté” porque ella ya había decidido que no iba a aceptarla aunque me dijera que sí. Ella ya sabía que me tenía en su poder haga lo que haga. Qué gran habilidad de manipulación! Sólo una mente maquiavélica encerrada en una mujer tan bella puede lograr ese efecto. Ella sería capaz de convencerte de cualquier cosa. Creeme, si la hubieras conocido, estarías de acuerdo conmigo, digo, sin exagerar, es la mujer más bella que he visto en mi vida. Y no miento.

Pero, me desvié, la condición era que actuara como lo había hecho en el comienzo, que hiciera el esfuerzo de no ser tan fría conmigo. No te he contado, cuál era la excusa que esgrimió para ser así ante mí. Lo expresado por ella, es que se estaba protegiendo el corazón, sabiendo que no había futuro, no quería salir herida cuando esto se acabara y, aquí está la obra maestra de su manipulación, tampoco quería que yo saliera herido al terminar esto. La verdad, admiro su mente.

Finalmente, el viaje se hizo, y cómo podrás imaginar el resultado…fue un fracaso rotundo. Al día siguiente de llegar, si antes era un iceberg, se convirtió en la Antártida. Caminamos por la gran ciudad, ella a mi lado, pero sin contacto. Entrabamos a museos, bares, solo breves sujeciones de manos, besos sin pasión, sin amor. Me sentí tan frustado, tan defraudado. Pero, mi estúpido corazón, me hacía soportarlo, así por un día completo.

Hasta que, en un pequeño y fugaz acto de amor propio, el que había perdido semanas atrás, planteé el tema en tono de discusión. Le expresé mis sentimientos, sin reparos, nuevamente. Si, estimado lector, no había aprendido la lección todavía. Seguía abriendo mi corazón a quien, obviamente, no quería recibirlo en ese momento, o tal vez nunca quiso recibirlo. Aún no lo sé y, tal vez, sea una incógnita que tendré que cargar el resto de mi vida. No podrá desaparecer, pero, quizás el tiempo me haga esta carga más llevadera. Volviendo a los que nos compete, le expresé que yo no era su amigo o su mascota que podía acarrear de lugar en lugar y acariciar cuando le plazca. Realmente, me hizo sentir de más en ese lugar, como si nunca me hubiera querido allí, a pesar de lo relatado del día anterior. De allí, nacen todas mis dudas sobre si todo fue un gran juego elucubrado por una mente maestra vaya Dios a saber por qué motivos, creo que nunca lo podré saber. Volvieron los mismos argumentos que nos llevaron a la misma situación, su desconexión con los sentimientos para no sufrir. En un acto de la poca dignidad que hasta ese momento me quedaba, decidí partir. Decidí tomar el próximo vuelo a mi hogar.

No, no hubo, ni una súplica, ni un atisbo de dolor, ni una lágrima, sólo un consentimiento que era lo mejor. A esta altura, te imaginarás que mi remendado corazón volvía a romperse para no poder repararse otra vez. El dolor fue indescriptible. Aún hoy, siento mi dolor como ese día, nada se puede comparar con ese momento. Nunca había experimentado este tipo de sensación.

Lamentablemente, el vuelo era para el día siguiente, dormimos en camas separadas, obviamente. Me levanté la mañana siguiente y, previo baño, la desperté para despedirme. Aún aguardaba en vano, un beso de despedida, un adiós con sentimiento. Lo único que este hombre recibió fue un…abrazo. Tal como lo lees, un abrazo, después de todo lo pasado y vivido, después de todo lo sacrificado y brindado, sólo un abrazo.

Esa fue la última vez que la vi, esa fue la despedida.

Pero , estimado lector, si piensas que esto fue lo más triste, lo peor de esta historia, estás equivocado. Si mi corazón ya se encontraba en ruinas y sin capacidad de restauración, no puedes dejar de leerme ahora.

Al volver a mi hogar, múltiples intentos de llamados, mensajes, todos sin respuesta. Hasta el día siguiente, que sólo recibía monosílabos a mis largos mensajes y declaraciones de amor. Si, sé lo que piensas, patético, sin amor propio, sin orgullo. Así es, me estaba arrastrando por lo inútil, por lo vano, dejando de lado todo el respeto que tenía por mi persona. Puedes sentir lástima por mí, puedes reírte de mí, yo lo haría.

Unos días después, cabe aclarar que yo me fui de su lado dos días antes de que partiera su vuelo que la alejaría de mi país, entro a su Facebook, eso que solemos hacer para, justamente, castigarnos cuando una persona desaparece de nuestra vida. Eso que hacemos por puro masoquismo. Y, ante mi sorpresa, una persona puso un “Me Gusta” a su última foto publicada, y caí en la tentación de ver quién era. No puedo explicarte lo que sentí, no puedo expresar el dolor que sufrí al ver que era una persona nueva…de la capital de mi país! En apenas una noche, ella había conocido, charlado e intercambiado Facebook y quien sabe que más, prefiero no imaginarlo, con una persona de mi país a horas de yo haberme ido de su lado y ella a horas de irse de aquí.

Si, tal como lo lees, así fue y no exagero. Por supuesto que le escribí por esto, le pregunté, la interrogué, lo único que recibí por un día completo fue su silencio, a pesar de ella haber leído mis mensajes gracias a la maldita magia del Whatsapp, tenía la certeza de su lectura.

Logré que reaccionara con la siguiente frase: “Muchas gracias por tu silencio”. Horas después de esto recibí una hermosa y fría respuesta…”No sé qué contestar a eso. No tengo permitido conocer otras personas?”. Amigo mío, a estas alturas, ya somos amigos, estimado lector, la ira, la decepción, el dolor, el corazón roto, todo junto, reaccionó. Contesté…ya no recuerdo las palabras exactas, pero expresé mi dolor, su falta de respeto por mi persona, y mi intención de que mi contacto con ella, terminaba en ese momento para siempre. Me lastimó, amigo lector, demasiado.

No esperé respuesta, igualmente, dudo que la hubiera tenido y procedí, con todo el dolor del mundo y con el poco respeto a mi mismo a eliminar esta persona de toda mi vida virtual, ya que ella había desaparecido de mi vida real, semanas atrás, esto hoy lo puedo decir con seguridad, pero no lo podía afirmar en ese momento. Bloqueo y eliminación. Nada más….

Así fue, estimado amigo, que la historia llegó a su fin. Han pasado varios días de esto, pero sé que nunca más tendré noticias de ella, sé que nunca más tendré un mensaje o llamado de ella.
Aún no puedo descifrar muchas cosas de las que pasaron. No sé si fue un juego, si realmente le importé en algún momento o, sólo fui una aventura más en la visita a mi país, un trofeo más para mostrar cuando vuelva a su lugar de origen.

El sentimiento de sentirse utilizado de esta manera, no se lo deseo a nadie, y he aprendido a no hacer sentir jamás a nadie como ella me hizo sentir. Tal vez, era la lección a aprender. No lo sé, tal vez la edad, la experiencia, el tiempo, me ayuden a digerir todo esto. Hoy no me siento capaz de hacerlo.

Gracias por tu atención, por haberme acompañado en esta historia, en estas páginas. Si sientes pena por mí, hazlo. Si sientes que he sido un tonto, hazlo. Yo ya lo estoy haciendo.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario