La vida a veces nos sorprende. Historias
que nos pegan de una forma que tal vez nunca pudimos imaginar. Ilusiones que se
juegan el todo por el todo y luego desaparecen.
La vida misma es un misterio, con
sus pruebas, sus desafíos, esos que te hacen replantear todo tu ser. Esos que
desafían los fundamentos mismos de lo que creías que debía ser y no es. Te
presenta una idea que tal vez, nunca pudiste concebir, personas que son lo que
nunca creíste que podían ser.
Esta es mi historia, con sus idas
y vueltas, con sus pasiones y decepciones. Todavía no sé ni qué es lo que
debería contar. No soy un escritor, ni un poeta, solo un hombre común con sus
esperanzas rotas y destruidas por lo que pudo ser y no fue. Por lo que creyó
ingenuamente y nunca podría ser. Creo que en un punto siempre lo supe, pero
nunca me animé a aceptarlo. La vida se encargó de que lo tome, de que lo acepte,
de la peor manera. Todavía lo estoy tratando de superar.
Tal vez todo ello me motivó a
escribir esto. No sé si será simplemente unas páginas o un mini relato o tal
sólo un descargo. La realidad muchas veces escapa a nuestra mente y a nuestro
corazón. Las expectativas son un velo con el que vemos la realidad, la que
creemos que es la realidad y, generalmente, nunca se condice con lo que estamos
mirando.
Una historia de amor, puede
convertirse en una tragedia, en una comedia o en una historia…de amor
propiamente dicha. No es mi caso, tal vez deba catalogarla de tragicómica.
Aunque todavía me falta perspectiva para poder poner un rótulo a estos últimos
meses.
Hoy, estoy con valor de escribir,
tal vez no pueda hacerlo de nuevo, y quede inconcluso o quizás pueda seguir
hasta terminarlo. Pero, conociéndome, tal vez, estimado lector, la historia
quede inconclusa y deberás terminarla con tu imaginación. Lo que pido es que no
me juzgues, ya lo he hecho duramente yo mismo. Saca tus conclusiones y toma lo
que te sirva y descarta lo que esté de más.
Todo comenzó luego de que me
separara de mi ex mujer, todavía no me había divorciado. Pero, ya me había
comportado como un imbécil. Tenía una historia previa con una persona casada y
sin futuro. Hasta que llegó el momento de conocerla. Ella, una extranjera, de
un país lejano, una cultura distinta, pero hasta ese momento, no imaginé que
tan distinta podía ser. Aún hoy, no comprendo si lo que pasó fue por ese motivo
o porque ella tenía una mente un tanto perturbada.
La conocí a través de Internet, y
el destino la puso a menos de trescientos metros de mi trabajo. Por lo que lo
obvio, que era conocerla, se hizo muy fácil, la vida te pone los desafíos y los
problemas cerca cuando es su capricho.
Quedamos en encontrarnos en un
bar, cerca de la plaza del barrio donde mi lugar de trabajo estaba.
La vi llegar de lejos, la
identifiqué instantáneamente, se notaba que no era de allí. Su belleza, debo
admitir, era sin igual. Parecía tan indefensa, tan temerosa…pero sabés que? Las
apariencias suelen engañar, nunca supuse la clase demujer que se escondía
debajo de ese velo de inocencia. Una personalidad tan compleja como pocas, se
encontraba debajo de esa superficie angelical, un demonio esperando por salir,
estaba agazapado debajo de ese cabello rubio dorado y esos ojos grises.
Su sonrisa me encandiló y mi alma
se perdió. Cedí al primer impulso. Cedí ante su embrujo. La tentación es tan
fuerte, era Eva con el fruto prohibido y yo me convertí en Adán.
Comenzó una relación tan
particular como pocas. Todo empezó con plena normalidad, salidas, besos,
caricias….hasta el momento de hacer el amor. Todo continuó como si fuera un
comienzo de un amor común y corriente, con promesas, sueños, esperanzas, lo
típico de un amor que recién comienza. Pero, hoy en día con lo que yo sé, no sé
si era amor o manipulación. No pude distinguirlo, me hallaba tan ciego, tan
absorto que una belleza de mujer semejante se pudiera haber fijado en un hombre
tan común y corriente como soy. Hoy, realmente, dudo que yo siquiera le
gustara, duele pensarlo, pero tal vez, yo sólo era….conveniente.
Un día todo cambió, las
esperanzas de futuro fueron aniquiladas por su decisión, me comunicó que no
había futuro, que no planeaba volver a verme cuando se fuera.
Obviamente, quedé destrozado,
sentí como mi corazón tronaba y sus pedazos se esparcían por el suelo. Por un
par de días, no pude sentir más que dolor y tristeza. Sus razones parecían
lógicas en ese momento, extrañar la familia, los amigos. Una vez anulado el
dolor de tal declaración, comprendí la lógica de lo planteado y decidí seguir
adelante. La extrañaba, quería verla y ella me expresó lo mismo. Le planteé
vivir lo que quedaba de lo nuestro con toda la pasión que pudiéramos. A
diferencia de las demás parejas, nosotros conocíamos la fecha del final. Por
qué no usar eso como algo positivo? Por qué no disfrutarnos sabiendo cuando
acabaría nuestro amor?
El corazón me hizo plantear esta
locura, pero algo pasó o tal vez lo que siempre pasó se presentó. Su corazón
era una roca, se convirtió en un iceberg. Ya no me decía que me amaba,
intentaba desviar las conversaciones en cosas banales, en elementos poco
importantes, al menos para mi parecer, para mi corazón.
Comenzó a alejarse, y yo,
inútilmente, trataba de acercarme aún más. He aprendido que eso es imposible,
cuando una persona decide irse, nada ni nadie puede lograr lo contrario, todo
depende de esa persona. No podés hacer absolutamente nada. Aprendelo de mi
experiencia, de mi historia, te va a ahorrar un desgaste emocional demasiado
grande.
Aún así, seguí adelante, a pesar
de todos los consejos y sugerencias de las personas que más me quieren, seguí,
obstinadamente, adelante, pensando que todo podía cambiar. Pero, hay algo que
hoy se y en ese entonces, no lo hacía. Para que algo cambie, la otra persona
debe sentir algo, debe querer o considerar al menos la posibilidad de cambiar.
Hoy en día, no sé si alguna vez ella sintió algo, si ella alguna vez se creyó
todas las palabras y promesas que me había hecho, semanas antes.
Seguí, sin reparos, sin escudos,
me entregué completamente. Gran error, fácil de descubrir con el diario del
lunes pero, así fue, una gran equivocación.
Llegó el día del viaje de
despedida, hasta el último minuto no pensaba acompañarla…pero, algo pasó.
Todavía es algo que intriga a mi corazón, pero sobretodo a mi mente. El día
anterior a partir a la capital de mi país, me pide verme en el almuerzo, como
al comienzo. Mi estúpido corazón no pudo decir no. No pude negarme, ese fue el
comienzo de mi gran y terrible equivocación, todo debería haber quedado
terminado antes de eso. Nunca dejes de escuchar a tu cabeza, tu corazón tiene
razones, pero tu mente tiene la verdad.
Y para mi sorpresa, allí estaba,
ella, la que vi el primer día, indefensa , temerosa, con esa sonrisa tímida del
primer día, sus ojos grises clavados en los míos, suplicando mi protección.
Ella sabe jugar su juego, hoy puedo reconocerlo. Pocas personas han tenido
semejante poder sobre mi.
Me convenció de que me amaba, me
convenció de que me necesitaba, con sólo un gesto, un estúpido gesto, pero que
en ese momento, finalmente, anuló por completo mi mente, mi juicio, que a
gritos me pedía escapar de esto. No lo oí, tomando mi mano izquierda con su
mano derecha, formó con nuestros pulgares e índices, un corazón, me miró y me
sonrió. Llegado a este punto, puedes reírte de mi, socarronamente, yo te lo
permito, aunque no necesites mi permiso. Lo hago porque yo me rio, me burlo de
mi mismo en este momento. El momento más estúpido y patético de mi vida. Tan
desesperado por su amor, tan desesperado por su aceptación, no pude resistirme.
Y, como habrás adivinado, acepté
ir…..al menos con una condición que traté de imponer. Digo, “traté” porque ella
ya había decidido que no iba a aceptarla aunque me dijera que sí. Ella ya sabía
que me tenía en su poder haga lo que haga. Qué gran habilidad de manipulación!
Sólo una mente maquiavélica encerrada en una mujer tan bella puede lograr ese
efecto. Ella sería capaz de convencerte de cualquier cosa. Creeme, si la
hubieras conocido, estarías de acuerdo conmigo, digo, sin exagerar, es la mujer
más bella que he visto en mi vida. Y no miento.
Pero, me desvié, la condición era
que actuara como lo había hecho en el comienzo, que hiciera el esfuerzo de no
ser tan fría conmigo. No te he contado, cuál era la excusa que esgrimió para
ser así ante mí. Lo expresado por ella, es que se estaba protegiendo el
corazón, sabiendo que no había futuro, no quería salir herida cuando esto se
acabara y, aquí está la obra maestra de su manipulación, tampoco quería que yo
saliera herido al terminar esto. La verdad, admiro su mente.
Finalmente, el viaje se hizo, y cómo
podrás imaginar el resultado…fue un fracaso rotundo. Al día siguiente de
llegar, si antes era un iceberg, se convirtió en la Antártida. Caminamos por la
gran ciudad, ella a mi lado, pero sin contacto. Entrabamos a museos, bares,
solo breves sujeciones de manos, besos sin pasión, sin amor. Me sentí tan
frustado, tan defraudado. Pero, mi estúpido corazón, me hacía soportarlo, así
por un día completo.
Hasta que, en un pequeño y fugaz
acto de amor propio, el que había perdido semanas atrás, planteé el tema en
tono de discusión. Le expresé mis sentimientos, sin reparos, nuevamente. Si,
estimado lector, no había aprendido la lección todavía. Seguía abriendo mi
corazón a quien, obviamente, no quería recibirlo en ese momento, o tal vez
nunca quiso recibirlo. Aún no lo sé y, tal vez, sea una incógnita que tendré
que cargar el resto de mi vida. No podrá desaparecer, pero, quizás el tiempo me
haga esta carga más llevadera. Volviendo a los que nos compete, le expresé que
yo no era su amigo o su mascota que podía acarrear de lugar en lugar y
acariciar cuando le plazca. Realmente, me hizo sentir de más en ese lugar, como
si nunca me hubiera querido allí, a pesar de lo relatado del día anterior. De
allí, nacen todas mis dudas sobre si todo fue un gran juego elucubrado por una
mente maestra vaya Dios a saber por qué motivos, creo que nunca lo podré saber.
Volvieron los mismos argumentos que nos llevaron a la misma situación, su
desconexión con los sentimientos para no sufrir. En un acto de la poca dignidad
que hasta ese momento me quedaba, decidí partir. Decidí tomar el próximo vuelo
a mi hogar.
No, no hubo, ni una súplica, ni
un atisbo de dolor, ni una lágrima, sólo un consentimiento que era lo mejor. A
esta altura, te imaginarás que mi remendado corazón volvía a romperse para no
poder repararse otra vez. El dolor fue indescriptible. Aún hoy, siento mi dolor
como ese día, nada se puede comparar con ese momento. Nunca había experimentado
este tipo de sensación.
Lamentablemente, el vuelo era
para el día siguiente, dormimos en camas separadas, obviamente. Me levanté la
mañana siguiente y, previo baño, la desperté para despedirme. Aún aguardaba en
vano, un beso de despedida, un adiós con sentimiento. Lo único que este hombre
recibió fue un…abrazo. Tal como lo lees, un abrazo, después de todo lo pasado y
vivido, después de todo lo sacrificado y brindado, sólo un abrazo.
Esa fue la última vez que la vi,
esa fue la despedida.
Pero , estimado lector, si
piensas que esto fue lo más triste, lo peor de esta historia, estás equivocado.
Si mi corazón ya se encontraba en ruinas y sin capacidad de restauración, no
puedes dejar de leerme ahora.
Al volver a mi hogar, múltiples
intentos de llamados, mensajes, todos sin respuesta. Hasta el día siguiente,
que sólo recibía monosílabos a mis largos mensajes y declaraciones de amor. Si,
sé lo que piensas, patético, sin amor propio, sin orgullo. Así es, me estaba
arrastrando por lo inútil, por lo vano, dejando de lado todo el respeto que
tenía por mi persona. Puedes sentir lástima por mí, puedes reírte de mí, yo lo
haría.
Unos días después, cabe aclarar
que yo me fui de su lado dos días antes de que partiera su vuelo que la
alejaría de mi país, entro a su Facebook, eso que solemos hacer para,
justamente, castigarnos cuando una persona desaparece de nuestra vida. Eso que
hacemos por puro masoquismo. Y, ante mi sorpresa, una persona puso un “Me Gusta”
a su última foto publicada, y caí en la tentación de ver quién era. No puedo
explicarte lo que sentí, no puedo expresar el dolor que sufrí al ver que era
una persona nueva…de la capital de mi país! En apenas una noche, ella había
conocido, charlado e intercambiado Facebook y quien sabe que más, prefiero no
imaginarlo, con una persona de mi país a horas de yo haberme ido de su lado y
ella a horas de irse de aquí.
Si, tal como lo lees, así fue y
no exagero. Por supuesto que le escribí por esto, le pregunté, la interrogué,
lo único que recibí por un día completo fue su silencio, a pesar de ella haber
leído mis mensajes gracias a la maldita magia del Whatsapp, tenía la certeza de
su lectura.
Logré que reaccionara con la
siguiente frase: “Muchas gracias por tu silencio”. Horas después de esto recibí
una hermosa y fría respuesta…”No sé qué contestar a eso. No tengo permitido
conocer otras personas?”. Amigo mío, a estas alturas, ya somos amigos, estimado
lector, la ira, la decepción, el dolor, el corazón roto, todo junto, reaccionó.
Contesté…ya no recuerdo las palabras exactas, pero expresé mi dolor, su falta
de respeto por mi persona, y mi intención de que mi contacto con ella,
terminaba en ese momento para siempre. Me lastimó, amigo lector, demasiado.
No esperé respuesta, igualmente,
dudo que la hubiera tenido y procedí, con todo el dolor del mundo y con el poco
respeto a mi mismo a eliminar esta persona de toda mi vida virtual, ya que ella
había desaparecido de mi vida real, semanas atrás, esto hoy lo puedo decir con
seguridad, pero no lo podía afirmar en ese momento. Bloqueo y eliminación. Nada
más….
Así fue, estimado amigo, que la
historia llegó a su fin. Han pasado varios días de esto, pero sé que nunca más
tendré noticias de ella, sé que nunca más tendré un mensaje o llamado de ella.
Aún no puedo descifrar muchas
cosas de las que pasaron. No sé si fue un juego, si realmente le importé en
algún momento o, sólo fui una aventura más en la visita a mi país, un trofeo
más para mostrar cuando vuelva a su lugar de origen.
El sentimiento de sentirse
utilizado de esta manera, no se lo deseo a nadie, y he aprendido a no hacer
sentir jamás a nadie como ella me hizo sentir. Tal vez, era la lección a
aprender. No lo sé, tal vez la edad, la experiencia, el tiempo, me ayuden a
digerir todo esto. Hoy no me siento capaz de hacerlo.
Gracias por tu atención, por
haberme acompañado en esta historia, en estas páginas. Si sientes pena por mí,
hazlo. Si sientes que he sido un tonto, hazlo. Yo ya lo estoy haciendo.
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